Sobre el Esfuerzo

Patricia Bustos Roa

“El propósito de mi método es que el cuerpo esté organizado para moverse con un mínimo esfuerzo y máxima eficacia, no a través de la fuerza muscular, sino de un mayor conocimiento de su funcionamiento y la integración de éste en su entorno” M.F.

 Cuando pensamos en el cuerpo en movimiento, por ejemplo, en realizar algún ejercicio, nuestra atención se dirige inmediatamente hacia los músculos, a la contracción de éstos, evaluando su posibilidad de hacer fuerza y olvidamos la importancia que tiene la organización de la estructura que sostiene a los músculos: el esqueleto. Olvidamos o le restamos importancia a la organización esqueletal, y esto es como si al construir un puente o un edificio minimizáramos la importancia de los pilares.

¿Es posible movernos sin dolor y sin esfuerzo?

Hemos sido criados en la “cultura del esfuerzo”, sin escuchar nuestros propios límites pensando que el cuerpo siempre puede más o -lo que es peor- que el cuerpo es simplemente el recurso del que disponemos para transportar la cabeza. Es así como el dolor y la incomodidad comienzan a ser parte de la vida, hasta que el cuerpo comienza a estorbarnos en nuestra cotidianeidad y entonces es el momento de recurrir al médico o, peor aún, a los analgésicos, para acallar el dolor y en el fondo desatender a los mensajes del cuerpo.

Lo cierto es que nuestra “cultura del esfuerzo” es un freno a la posibilidad de aprender a mejorar nuestra manera de usarnos a nosotr@s mism@s, limitando nuestra sensibilidad cinestésica y la capacidad de encontrar la comodidad en el hacer.

Cuando nos movemos privilegiando la buena organización, la respiración misma se organiza y el movimiento resulta de una sinergia en que las partes se involucran proporcionalmente, sin zonas de tensión o rigidez.

Para lograr movernos con menor esfuerzo y mayor eficacia lo más importante no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos, esto significa mejorar nuestra organización corporal incrementando la movilidad de zonas que habitualmente rigidizamos y que se van convirtiendo en puntos de acumulación de tensiones. Aumentar la eficiencia del movimiento implica incrementar nuestra autoimagen incorporando a nuestro registro senso-perceptivo zonas que habitualmente no sentimos o que sólo se hacen presentes a través del dolor (omóplatos, clavículas, hombros,cuello, etc.). Mejorar la movilidad de estas zonas, nos permite mejorar nuestra postura–actura y el movimiento se transforma en un todo armónico donde no hay esfuerzo entonces … “lo imposible se hace posible, lo difícil fácil y lo fácil elegante”

Cuando aprendemos a organizar el esqueleto, considerando la siempre presente fuerza de gravedad, la fuerza pasa a través de los huesos y los músculos quedan libres para organizarse a sí mismos y entonces el movimiento es un todo con un resultado de armonía. No hay esfuerzos, rigideces ni tensiones, las partes no son importantes en sí mismas y la respiración se autoorganiza.

Buscar la comodidad y escuchar nuestros límites nos da la posibilidad de aprender a darnos cuenta cómo hacemos lo que hacemos, de lograr movernos sin dolor, sin esfuerzo, con curiosidad y entusiasmo y esto es lo que nos pone realmente en el camino del aprendizaje.

El Método Feldenkrais se basa en la enorme capacidad de aprendizaje de los seres humanos, es la cualidad de nuestro sistema nervioso para crecer y mejorar y bien sabemos… el aprendizaje no tiene límites. 

“La buena organización corporal posibilita ejecutar la mayoría de las acciones normales sin sensación alguna de esfuerzo ni tensión” M.F.

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