Conciencia y conocimiento

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Del libro Autoconciencia por el Movimiento.

Moshe Feldenkrais

Conocimiento es conciencia junto con la comprensión de lo que sucede dentro de ella o de lo que ocurre en nuestro interior cuando estamos plenamente conscientes.

A muchas personas les resulta fácil tener conocimiento del control de sus músculos voluntarios, pensamientos y procesos de abstracción. Mucho más difícil es, en cambio, tener conocimiento y control de los músculos involuntarios, los sentidos, las emociones, y las aptitudes creativas. Por difícil que sea, sin embargo, no es en modo alguno imposible, aunque a muchos este complicado control les parezca muy poco probable.

Actuamos como un todo, por más que esa totalidad no sea muy perfecta, de ello resulta la posibilidad de desarrollar también un conocimiento para el control de los sectores más difíciles. Los cambios que se operan en las partes donde el control es fácil afectan asimismo al resto del sistema  con inclusión de aquellas sobre las que no tenemos control directo. También la influencia indirecta es una suerte de control. Nuestro trabajo consiste en un método de ejercitación que convierte esa influencia, al principio indirecta en conocimiento claro (…) Hemos empleado aquí los conceptos corrección de sí mismo, mejoramiento, ejercitación del conocimiento, y otros, para describir aspectos de la idea de desarrollo. El desarrollo se centra en la coordinación armoniosa de estructura, función y resultado. y una condición básica de la coordinación armoniosa consiste en estar completamente libre tanto de autocompulsión  como de compulsión por otros.

(….)

Debido a su novedad en la historia de la evolución, el grado de conocimiento difiere mucho entre los individuos, mucho más que la distribución relativa de otras facultades. Asimismo en cada individuo se presentan variaciones periódicas del conocimiento y de su valor en relación con otros aspectos de su personalidad. Puede haber un punto de depresión, durante el cual el conocimiento desaparece momentáneamente o por cierto tiempo. Con menor frecuencia puede darse un punto culminante, en el que existe una armoniosa unidad  y todas las facultades del hombre se fusionan en una totalidad única.

En las escuelas esotéricas se relata una parábola tibetana. Dice que un hombre sin conocimiento se parece a un carruaje en que los pasajeros son los deseos; los caballos, los músculos, y el carruaje mismo el esqueleto. El conocimiento es el cochero, dormido. Mientras el cochero siga dormido, el carruaje será arrastrado sin objeto alguno hacia este o aquel sitio; cada pasajero procurará dirigirse a un sitio particular y los caballos tirarán en otras direcciones. Pero cuando el cochero se despierta y empuña las riendas, los caballos tiran del carruaje hacia los destinos donde deben llevar  a los pasajeros.

En aquellos momentos en que el conocimiento logra formar unidad con el sentimiento, los sentidos, el movimiento y el pensamiento, el carruaje avanza a gran velocidad por el camino que le corresponde. El hombre puede efectuar descubrimientos, inventar, crear innovar y «saber». Comprende que su pequeño mundo y el gran mundo  que lo rodea no son sino uno y el mismo y en esa unión ya no se siente solo.

 

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