Patricia Bustos Roa
La palabra Conciencia viene del Latín cum scientia (que traduce exactamente al griego) y significa «con conocimiento». Existen muchas acepciones para ella, pero entenderemos aquí la capacidad de los sistemas vivos para comprender y regular su comportamiento basado en la retroalimentación que produce su actuación e interrelación en el medio
Permite mantener la comunicación entre el mundo interno y externo, estar alerta respecto a lo que sucede en nuestro alrededor y cómo nos impresiona; se trata, pues, de nuestra capacidad de percibir la realidad, de estar presentes y de inter-actuar con los estímulos recibidos. En este sentido, tiene que ver con el estado de alerta.
Tambien hablamos de Conciencia en relación con el sentido del deber (ética), y en este caso hablamos de conciencia moral.
Todo lo que percibimos del mundo -como existiendo más allá de nuestros cuerpos- y todo lo que percibimos respecto al propio cuerpo, nos llega a través de los nervios sensoriales y se traduce en expresión motora. Moshe Feldenkrais hablaba de los cuatro componentes de la acción y de cómo estos formaban nuestra autoimagen: «Nuestra autoimagen consiste en los cuatro componentes que intervienen en toda acción: movimiento, sensación, sentimientos y pensamiento».
En el Método Feldenkrais se trata de que, a través de la conciencia focalizada en el movimiento y en las sensaciones corporales, el sujeto aumente el conocimiento de sí mism@, ampliando así su auto-imagen e incrementando su repertorio motriz. Hablamos aquí de un proceso de Autoconciencia.
Una definición instrumental de Autoconciencia es la siguiente: percepción interna de nuestra emociones y organización corporal. A través de la autoconciencia sabemos qué nos pasa en el cuerpo y en la mente, percibimos incluso la interna y permanente relación entre ambas. Por ejemplo: ¿ cuántas veces, ante una situación determinada, dejamos de respirar? ¿Percibimos con frecuencia nuestras sensaciones corporales? ¿En qué circunstancias se me produce un «nudo» en la garganta, siento el estomágo «apretado» o advierto una repentina sudoración?
La autoconciencia nos permite recabar información sobre sensaciones, sentimientos y emociones . Nos ayuda a comprender nuestras respuestas ante distintas situaciones y este conocimiento interno nos permite desarrollarnos como personas. La denominada «inteligencia emocional», por ejemplo, consiste precisamente en la posibilidad de encontrar en la conciencia de nuestras emociones ciertas claves para el autoconocimiento y reafirmación o reorientación de nuestra vida.
La toma de conciencia del propio cuerpo es el primer paso en el cambio de habitos emocionales y corporales: «darnos cuenta cómo hacemos lo que hacemos». Reconocemos el efecto que las percepciones y emociones tienen en nuestro cuerpo; hacernos concientes de ello es el inicio del cambio, pues la autoconciencia implica un estado de relajación por si misma: la respiración cambia haciéndose más calmada y profunda, la musculatura se relaja .En estas condiciones no es posible sentir ansiedad, miedo o angustia (sistema Alba Emoting), puesto que ha cambiado el sustento corporal de esos hábitos dañinos.